Suelo ver cotidianamente profesionales de diseño gráfico compartiendo sus propuestas de diseño con otros colegas, para que le indiquen cual le parece más adecuada o cual le gusta más. Esta actitud me lleva a dos conclusiones:
1) que no se está teniendo en cuenta la importancia del concepto y dentro del contexto que debe ser creada una propuesta.
2) que solo importa si le gusta o agrada a otra persona, sin saber que el tema del gusto no tiene nada que ver con la eficacia y eficiencia de los resultados.
No digo que no deban compartir sus trabajos con otros colegas, que puedan darle una opinión o sugerencia para mejorar su trabajo, digo que muchas veces los propios profesionales que comparten sus trabajos no tienen bien definido el concepto por el que comenzaron a realizar las propuestas para presentarle al cliente y crean 3 o más propuestas completamente desconectadas unas de otras, lo que indica que no hay una base sólida en la propuesta y lo que hace que luego el cliente se disperse y comience a pedir modificaciones porque no se encuentra identificado con lo que ve. Aquí empiezan los problemas de los que se suelen quejar la mayoría de los diseñadores y lo peor de todo es que pierden tiempo y dinero y ganan un desgaste que no los predispone a realizar un trabajo efectivo y en el que puedan sentir placer al realizarlo.
Si estas sufriendo con el trabajo que estas realizando es porque algo estás haciendo mal.
La mayoría de las veces se trabaja en función de los gustos del cliente o del propio diseñador y no se tienen en cuenta los objetivos de la marca y su concepto. Es muy importante entender que los buenos diseños no son los más complejos, bellos y extraordinarios, sino aquellos que cumplen un objetivo en una dirección específica, sino estaríamos hablando de arte y no de diseño.
El arte busca expresarse y puede o no tener un objetivo específico de comunicación, pero el diseño debe encontrarse con su público objetivo, tener una orientación en la comunicación, un concepto, un camino, una meta específica y coherente.
Quiero decir, cuando se crea una marca gráfica es para identificar a una empresa, institución o producto, etc. y promover productos o servicios, por lo tanto esa marca tiene una función frente a su público objetivo y debe ser creada con una intensión coherente y clara.
El problema es que los profesionales que suelen trabajar así, no solo le generan un daño al cliente y así mismos, sino que también se lo generan al mismo concepto del diseño y suelen ser los mismos que se quejan de sus clientes porque no los comprenden, cuando quienes deben comprender a sus clientes son ellos mismos.
El diseñador que solo trabaja para su propia satisfacción está en el camino incorrecto, debe de trabajar para la satisfacción de su cliente y para cumplir con un objetivo específico y cuando los resultados muestren sus frutos se dará cuenta de que ahí está la satisfacción de su trabajo.
Crear una base sólida con los conceptos adecuados para iniciar un trabajo, es una clave para obtener buenos resultados.
- Indaga a tu cliente, conoce sus necesidades, metas, formas de pensar, etc.
- Investiga, ve más allá de las ideas que se interponen de ante mano y los prejuicios.
- Boceta, dibuja, escribe en papel las ideas antes de usar la computadora.
- Obtiene un Brief, claro y completo.
- Hazle sentir a tu cliente que estás ahí para resolver un problema o para buscar la mejor forma de lograr su objetivo, transmítele confianza, ten en cuenta sus opiniones, respétalo, edúcalo en lo que desconoce, ten paciencia y amor por cada trabajo que inicias, puede generarte mucha satisfacción e impensados resultados exitosos.
- Dejar de lado la necesidad de que tu trabajo guste y logra que el mismo de los resultados buscados.
- Ten presente siempre el contexto en el que deberás crear tus propuestas, busca que los conceptos tengan una solidez y coherencia.
- Mientras, disfruta del camino, aprende de los errores, ten presente cual será la meta a la que debes llegar y finalmente se feliz con los resultados.
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Vanessa Lerner
Fundadora Grafo_Logos®